miércoles, 27 de junio de 2007

Un dibujo por una sonrisa

M. es, seguramente, una de las muchachas de aspecto más agresivo y viriles que he visto en la cárcel. En un principio hablar con ella no fue tan difícil ya que, de pocas palabras, su manera de relacionarse conmigo fue a través del las caricaturas.

Un día entró a la biblioteca y sin mirar a nadie se puso a dibujar en el pizarrón, yo la observaba mientras terminaba de inventariar algunos libros, su primer caricatura era un corazón con algunas cosas cubriéndolo y una cinta atravesándolo, sobre esa cinta estaba escrito dos letras, el otro dibujo era una mujer al estilo Tomb Rider con una espada de fuego en sus manos.
Cuando terminó me miró y esperé a que me dijera algo, al ver que no lo hacía halagué su dibujo y entablamos una conversación en la cual pude saber que era madre de una pequeña niña, que estaba allí por el delito de rapiña, que le quedaban tres años y que tenía un oficio no tradicional para ser mujer.
Dijo que no le gustaba leer pero que de todas maneras se llevaría un libro, eligió una novela romántica.

Me extrañó que al pasar los días no viniese ni a devolver el libro ni a dibujar o charlar, pero lo que más me extrañaba era esa forma de mirarme que tenía cada vez que nos cruzábamos en el patio.
Un día yo me retiraba y cuando iba a pasar la última puerta se interpuso en mi camino y muy cerca de mi rostro preguntó:
_ ¿quién es tu chica? ¿quien-es-tu-chica?
Creo haber recibido todo tipo de preguntas a lo largo de mis jóvenes 35 años pero nunca una así.
Se debe haber notado mi palidez pues mi asistente con una sonrisa cálida me miró y dijo luego de salir de allí:
_ No te preocupes, te está probando
Supongo que estas cosas suceden el hecho es que me molestaba lo que estaba pasando porque de hecho no lo lograba comprender, ¿cual era su molestia?.
A los dos días cuando regresé sucedió lo mismo, volvió a hacerme la misma pregunta pero aclaró:
_ Mi chica es C. P.
Claro, creo que ahora comprendía, C.P. era una de mis usuarias más asiduas, pero de un tiempo a esta parte había dejado de asistir a la biblioteca, solíamos hablar mucho.

Para las personas que están en esta lugar hay situaciones que pueden representar una amenaza, el hecho de venir de afuera, de tener una profesión, de traer novedades, de ser mujer, puede muchas veces resultar atractivo tanto como amenazante. En este caso así sucedió.
El hecho es que no quería verme involucrada en una situación de este tipo pero tampoco quería perder a quien era mi usuaria y eventualmente a M. que podría llegar a serlo. Me enfoqué en recordar que le gustaba, tal vez alguna debilidad que yo pudiera manejar y vino a mi mente las caricaturas, entonces cuando dispuse de poder entrar a Internet hice una búsqueda de las caricaturas similares a las que ella dibujaba, cuando las encontré las imprimí y se las llevé.
_ Tomá es para vos
_ ¿Qué es esto?
_ No sé fijate
Parece una cosa tan pequeña, quizás tan tonta, el hecho es que M. me devolvió una sonrisa que significó todo, se dio media vuelta y se fue, a medio camino se detuvo ,se volvió, me miro y dijo: _ Gracias.
Hoy, cada vez que paso a su lado M. me sonríe, C. P. volvió a la biblioteca, y yo creo que aprendí algunas cosas más de la función del bibliotecario, esa que a lo mejor me esta enseñando otras cosas y que tienen que ver más con la vida.

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