miércoles, 27 de junio de 2007

Los niños también están presos

No se ahora luego de tantos meses si ese día fue gracioso o lamentable, pero ese día tenía que llegar, es una cárcel de mujeres, y muchas mujeres son mamás, y muchas mamás no tienen con quien dejar a sus hijos así que muchos hijos están ahí, con su mamá.
Era una niña de algo más de tres años, ya decía algunas cosas con claridad y le gustaba tocar todo como todo niño sano y normal, entró como el viento a la biblioteca, y seguramente en esa costumbre de ver tantas personas distintas, no tenía vergüenza, entró como si esa fuese su casa así que pensé que estaba acostumbrada a hacerlo, ese día yo estaba haciendo un gran descarte así que tenía varios libros sobre la mesa y los bancos, esa niña entró y tomó uno y empezó a hojearlo torpemente, la mamá entró rápido, la rezongó con dulzura y le sacó el libro
-No! - Le dije yo - déjala no molesta
- Pero lo puede romper
- No creo - le dije yo - pero no importa.
Parece que me había olvidado de un detalle al iniciar mi biblioteca y era exactamente ese, los niños, por supuesto no fue nada difícil solucionarlo, pero había un tema que me inquietaba, me preguntaba si las mamás le leerán, como sería eso, así que consulté con las mamás y luego con la funcionaria encargada de las actividades y en un par de semanas organicé un encuentro con cuenta-cuentos para que los niños tuvieran allí lo mismo que tenían los niños de mi biblioteca pública.
La encargada de la Biblioteca Aurelia Viera Licenciada Carla Gulart y la maestra Ana María Landeira se prestaron para esta tarea, llevaron alfajorcitos, compramos leche chocolatada y acondicionamos el salón de visitas, fueron casi todas las mamás, las que no estaban era porque usufructuaban alguna salida transitoria o laboral, y todos los niños del Establecimiento, incluyendo bebés. Comenzó la actividad.
La Licenciada Gulart tiene una vasta experiencia con niños de diferentes sectores sociales, pero esta vez era algo tan nuevo para ella como para mí.
Contó su tan querido y tantas veces contado “La bruja Violeta”, fui una niña más ese día.
Despertó curiosidad, soltó risas y rompió algún llanto, los niños se manifestaron de todas las maneras posibles, para los más chiquitos era algo feo, la idea de bruja era malo, para los más grandes era simpático, para las mamás era una bendición, ¿Quiénes eran esas tres mujeres que vinieron a interesarse por nuestros niños?, esa fue la pregunta que nunca tuvo respuesta, quizás porque no la teníamos, quizás porque como mujeres tenemos el vientre a pleno grito, quizás porque nos gusta, quizás porque sabemos hacer algo que es aplicable a ellas, no lo se, aún hoy luego de aquella experiencia solo oída alguna vez en algún encuentro donde Genevieve Patte selló a fuego en este corazón de arcilla aquello de “Si ellos no vienen a la biblioteca, bueno, la biblioteca irá a ellos”, es que podría comprender porque nos fue tan necesario hacerlo.
Al sábado siguiente, invitadas por la Licenciada Ana María Bavosi a su audición de radio “El Trompo” de El Espectador le contamos a la gente que las mamás que están presas están agradecidas a la sociedad de que esta se acuerde de sus niños y se den cuenta que hijos de este país en ese lugar antes de decir “Mamá”, muchas veces aprenden a decir primero “¡Guardia!¡ Puerta!”

1 comentario:

Hugo Vargas dijo...

Hola,

Es muy cierto, la sociedad en muchos de nuestros países se olvida que los niños viven dentro de la prisión. Una estudiante de bibliotecología mexicana esta interesada en trabajar con mujeres y uno de los aspectos a tratar son los hijos que viven ahí, la atención bibliotecaria recibida es pobre y se concentra a proporcionar una colección y algunos talleres, sin embargo la continuidad no es notoria y no se han explotado todos los recursos para este sector de la población.