lunes, 22 de octubre de 2007

Dos escritores uruguayos en el Pabellón femenino de Canelones

El sábado 20 de octubre el poeta Andrés Echevarría y el escritor Pablo Silva visitaron el Pabellón femenino de Canelones para ofrecer una charla sobre literatura, por qué escribir y cómo la escritura y la lectura pueden ofrecer instancias no solo de creación y recreación sino de terapia ante situaciones extremas o especiales como lo son la soledad y el encarcelamiento.
En esa charla participaron reclusas integrantes del grupo de la bibliotecas junto a compañeras que se sienten atraídas por la lectura y escritura.
Ambos escritores leyeron parte de sus obras, regalaron libros dedicados especialmente y fueron ávidos oyentes de cuentos escritos por las reclusas.
Esa instancia no solo sirvió para el crecimiento y recreación de este grupo de reclusas (7 en total), sino para ellos mismos que rescataron de esa tarde maravillosa de sol un grupo humano excelente, inquietudes muy valiosas y quizás lo más importante para las muchachas, poder mostrar que son mujeres luchadoras, emprendedoras, sensibles y muy humanas que, a pesar de haber cometido un error en sus vidas que les cuesta años de encierro, no dejan de ser madres y esposas que aún creen que en la espera y en la esperanza saldrán totalmente rehabilitadas de esos lugares tan inadecuados para el proceso de reinserción que nuestra sociedad plantea para quienes comenten delitos, en muchos casos éstos, solo comprendidos por quienes pasan situaciones similares.

Nota del diario La República en relación a las bibliotecas en las cárceles

http://www.larepublica.com.uy/lr3/larepublica/2007/10/15/comunidad/279739/a-veces-los-presos-no-van-a-la-biblioteca-porque-no-los-dejan-pasar/

Talleres literarios en la cárcel: la experiencia de un uruguayo en Argentina

Liana: te mando la nota salida en Argentina. De mi parte te comento que me resultó una experiencia casi límite, porque es adentrarse en un mundo cuyos códigos son absolutamente diferentes a los nuestros. Allí la violencia puede ser lo cotidiano, pero gracias al Taller de Poesía esos Hombres colocados fuera del sistema social , pueden reestructurar su individualidad y volver a ser lo que en esencia nunca pueden dejar de ser: PERSONAS. Allí también te sobrecoge la trampa siniestra que la propia sociedad elabora porque al tener antecedentes penales, no consiguen trabajo y todo se vuelve un círculo vicioso. Pero la Poesía y la recreación en general puede ser además de utópica , un verdadero ejercicio pragmático que ayude a la gente a ser mejores, tanto ellos, los que están adentro, o sea,marginales del entramado social, como nosotros, los de afuera, y llamarnos ejercer nuestra resposabilidad como ciudadanos.
Jorge Arbeleche.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/12-10568-2007-10-07.htm

miércoles, 3 de octubre de 2007

Leer y escribir en prisión: una charla en la feria del libro



18:05hs. del martes 2 de octubre en la carpa exterior de la feria del libro, no llegaban a diez personas. Nervios e incertidumbres. A Flavia le sacaron las esposas al bajar de la camioneta de GEO, una custodia, una tutela y la Oficial a cargo del Pabellón Femenino eran toda la compañía que traía, conmigo 3 estudiantes de bibliotecología, mejor dicho, 3 amigas que estudian bibliotecología y en el público, que no llegaban a 10 personas al comenzar, 2 colegas, Débora Núñez, cuenta cuentos y María Rosa Capó, narradora, ninguna sorpresa.
Para romper el hielo comencé a charlar con el público, ver por qué decidieron entrar en esa carpa, luego presenté a Flavia y arrancamos, mientras ella contaba acerca del libro que escribieron entre todas las reclusas de Canelones, próximo a editarse, y al cual titularon "Anécdotas de la cárcel" y de la ayuda que Emaús brinda a estas personas.
La carpa se llenó.
En un momento se habilitó una instancia de intercambio, Flavia y el público charlaban sobre la necesidad de contar lo que se siente estando en prisión. A veces se cree que las personas que están presas solo quieren hablar de eso, pero me pregunto: si esperas un hijo ¿de qué hablás?, si tenés un enfermo grave en tu familia ¿de qué hablás?, si conseguiste trabajo nuevo, ¿de qué hablás?.
Las personas hablamos y escribimos acerca de lo que nos pasa, claro, no estamos embarazadas 10 años, no tiene nuestro hijo 18 meses durante 10 años. Qué dificil es entender cuando no nos pasa a nosotros.
Flavia lo dijo, es una necesidad el hablar, expresarse, escribir, porque es lo que viven, porque es lo que tienen, y porque es una manera de no perder el vocabulario, la habilidad de pensar y comunicarse.
Y estaba Débora y la invitamos a que nos cuente su experiencia de contar cuentos en la cárcel, y estaba Mariana Migliaro, la tallerista que trabajó también gratuitamente en Canelones y contó lo que significó para ella trabajar con presas.
Leímos dos cuentos, y cerramos la presentación 10 minutos antes de la hora, creo que ya habíamos dicho todo lo que podíamos en ese momento, las emociones primaron.
Las ausencias esperables fueron mitigadas por la gente que se acercó y nos dijo, en el caso de una muchacha: "ya lo decidí, quiero ser bibliotecóloga" y otra se acercó para ponerse a disposición y trabajar con la literatura.
Pasan estas cosas, esperás un público y se te acerca otro, gente de bibliotecas populares, infaltables, gente inquieta que quiere hacer algo y no sabe donde ni qué y ahí descubre que puede dar algo.
Cerramos, recorrimos la feria y le pregunté:
-¿y?... ¿cómo te sentiste?
- y cómo querés que me sienta, es el mejor regalo que he recibido, hoy es mi cumpleaños.
-!!!!!!!!
Cuando las cosas son buenas el destino se encarga de darles su lugar.
Gracias Flavia por animarte, gracias Oficial Gabriela Saez por apostar a que se puede, gracias Sr. Juez por autorizar esta salida, gracias Cámara del Libro por este espacio.

martes, 2 de octubre de 2007

Las Caperuzas cómplices a la cárcel

La biblioteca no solo es un lugar donde recibir y dar libros, también es un lugar donde se realizan actividades que, aunque no parezcan, están íntimamente relacionadas a la lectura.
Y una de esas actividades tuvo lugar en el Pabellón Femenino de Canelones este sábado pasado en donde Débora Núñez y Rosa Paseggi regalaron unas horas de su vida a una veintena de mujeres que cumplen pena de reclusión en Canelones.
Aquí va lo que ellas vivieron y sientieron aquella tarde maravillosa de sol sin libertad.


INFORME DE VISITA A LA CARCEL DE MUJERES DE CANELONES
Somos licenciadas en bibliotecología, pero además somos cuenteras, cuentacuentos, narradoras orales, juglares o como les guste llamar a quienes cultivamos un oficio tan antiguo como la humanidad misma.
Es que desde que el hombre está en el mundo, ha contado, porque contar es una manera de perdurar y sobretodo de amar.
Las Caperucitas Cómplices, así lo entendemos, por eso, cuando Liana González nos invitó a compartir nuestros cuentos en la cárcel de Canelones, no tuvimos dudas, teníamos que estar, estar y contar.
Nos encontramos en la terminal de ómnibus con Liana y allá llegamos, en tiempo y forma.
El Sol nos acompañó, los nervios también. Un cuentero me dijo hace un tiempo: “el día que no te de nervios, no cuentes más”, los nervios hacen a la cosa. Apenas atravesamos la puerta, recibidas por las Señoras Policías, vimos que era otro mundo al que entrábamos. Dejamos aquellos elementos que consideraron no podían pasar: llaves, celulares.
Nos abrió una reja y luego, la volvió a cerrar: Liana, Débora y Rosa ya estaban adentro.
Algunas mujeres estaban en el pequeño patio que comparten, otras “adentro”, algunas dormían, una amamantaba su bebé.
Liana ya era conocida, sabía con quién hablar. Le dijeron “hubo requisa”. Una palabra con demasiado contenido, no agrego más. Había que remontar, poner buena cara y ver qué lograba el cuento. Acercaron bancos, despertaron las bellas durmientes, aparecieron en el patio con sonrisa incluida.
Liana nos presentó, con mucha soltura, es difícil explicar lo que hacemos, a ella le resultó sencillito.
Débora arrancó con su Príncipe Azul. Fue muy bien recibido, con risas y aplausos.
Se siguió contando por un poco más de media hora. Se fueron agregando oyentes y algunas que se empecinaban en ignorarnos, terminaron riendo y aplaudiendo.
Saludamos, nos despedimos. Nos pidieron que nos tomáramos una cerveza a su salud.
Regresamos en un bus. Íbamos calladas, pensando, sintiendo. Creo que Liana supo entender, es una mujer muy sabia.
Agradecemos sinceramente a Liana que nos haya permitido compartir este espacio. Seguras de que volveremos, ellas nos invitaron.
Confirmamos que los cuentos valen, que contar con otros es lo importante.
Hoy sabemos que libertad, es mucho más que una palabra y que su contenido es infinitamente inmenso.
Brindamos con todos, con una cerveza bien, bien fría, espumosa y el corazón caliente y al galope.
Hasta siempre, cuenten con nosotros, que nosotros contamos con Uds.

Las Caperuzas Cómplices